En la mitología griega, la Hidra de Lerna era
un antiguo y despiadado monstruo acuático ctónico con forma de
serpiente policéfala (cuyo número de cabezas va desde tres, cinco o
nueve hasta cien, e incluso diez mil según la fuente) y aliento venenoso a la
que Heracles mató en el segundo de sus doce trabajos. La
Hidra poseía la virtud de regenerar dos cabezas por cada una que perdía o le
era amputada, y su guarida era el lago de Lerna en el golfo de la Argólida (cerca
de Nauplia), si bien los arqueólogos han confirmado que este lugar sagrado
es anterior incluso a la ciudad micénica de Argos, pues Lerna fue el lugar
del mito de las Danaides. Bajo sus aguas había una entrada al Inframundo que
la Hidra guardaba.
La Hidra era hija de Tifón y Equidna y
en algunas tradiciones fue madre de Quimera. Fue criada por Hera bajo
un plátano cerca de la fuente Amimone en Lerna. Se decía
que era hermana del león de Nemea y que por ello buscaba venganza por
la muerte de éste a manos de Heracles. Por esto se decía que había sido elegida
como trabajo para Heracles, de forma que éste muriese.
Los detalles del enfrentamiento son explicados por Apolodoro: advirtiendo
que no podría derrotar a la Hidra de esta forma, Heracles pidió ayuda a su
sobrino Yolao. Este tuvo la idea (posiblemente inspirada por Atenea)
de usar una tela ardiendo para quemar el muñón del cuello tras cada
decapitación, cauterizando la herida y evitando así que las dos nuevas cabezas
brotasen. Heracles cortó todas las cabezas y Yolao quemó los cuellos abiertos,
matando así a la Hidra. Heracles tomó entonces su única cabeza inmortal y la
enterró bajo una gran roca en el camino sagrado entre Lerna y Eleunte, mojando
sus flechas en la sangre venenosa de la Hidra y completando así su segundo
trabajo.
En una versión alterna, Hera enviaba un cangrejo para
que mordiese los pies de Heracles y le estorbase, esperando provocar así su
muerte. No obstante, Heracles aplastó al crustáceo y siguió luchando contra la
Hidra.
Cuando Euristeo, el rey que asignaba los trabajos a
Heracles, supo que había sido su sobrino quien le había dado la antorcha,
declaró que no había completado el trabajo solo y por tanto no contaba para el
total de diez labores que se le habían asignado. Este elemento mítico es un
ambiguo intento de resolver el conflicto entre los antiguos diez trabajos y los
doce más recientes.
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