Euristeo encargó a Hércules que
le trajera viva
cierva estaba consagrada a Ártemisa y
poseía
astas de oro y pezuñas de bronce. Su gran
velocidad había impedido que fuera cazada,
Hércules estuvo persiguiéndola de manera
infatigable durante un año, extendiendo la
caza al país de los Hiperbóreos. Tan fatigado
llegó a estar el animal que, al cruzar el vado
de un río, la alcanzó consiguiendo reducirla sin
apenas resistencia.
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