El mausoleo medía aproximadamente 45 metros de altura, y
cada una de las cuatro plantas estaba adornada con relieves escultóricos
creados por cada uno de los escultores griegos Leocares, Briaxis, Escopas de Paros y Timoteo.
La estructura del mausoleo fue considerada un gran triunfo estético, tanto que Antípatro
de Sidón lo consideró como una de las Siete Maravillas del Mundo.
Esta edificación, asimismo, indica una nueva tendencia hacia lo monumental en
el arte del período pos-clásico o helenística.
En el 623 a. C., Halicarnaso fue la
capital de un pequeño reino en la costa del Asia menor. En el 377 a. C. el
gobernante de la región, Hecatomno de Milasa, falleció y dejó el
control del reino a su hijo, Mausolo. Hecatomno, un sátrapa bajo
los persas, tomó el control de algunas de las ciudades y distritos vecinos.
Tras Artemisia y Mausolo, tuvo otros hijos: Ada, Hidrieo y Pixodaro.
Mausolo extendió su territorio hasta la costa suroeste de Anatolia. Artemisia y
Mausolo gobernaron Halicarnaso y el territorio que lo rodeaba durante
veinticuatro años. Aunque Mausolo descendía de nativos de allí, hablaba griego
y admiraba el estilo de vida y de gobierno griegos. Fundó muchas ciudades de
diseño griego a lo largo de toda la costa y alentó las tradiciones democráticas
griegas.
El mausoleo soportó las invasiones y la destrucción de la
ciudad por Alejandro Magno, los bárbaros y los árabes, pero, finalmente,
fue destruido por un terremoto en el año 1404.
En 1522 los Caballeros de San Juan utilizaron los restos
para la reparación del castillo de San Pedro de Halicarnaso. Por entonces
se encontraron una serie de túneles, debajo de la construcción, que llevaban a
los sarcófagos de los difuntos reyes. La tumba fue saqueada por ladrones y hoy
ya no quedan restos de ella.
Partes del grupo escultórico situado en la parte más alta
(un grupo con un carruaje de cuatro caballos) y algún friso se
salvaron, y hoy se pueden admirar en el Museo Británico en Londres.
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