jueves, 9 de febrero de 2017

La manzana del jardín de las espérides

La mitología griega nos habla de un bello jardín, un huerto propiedad de la diosa Hera en un lejano rincón del occidente, quizás en las montañas de Arcadia, o en la cordillera de Atlas de Marruecos, o bien en una isla perdida. Este jardín contaba con un árbol de manzanas de oro que, según se decían, proporcionaban la inmortalidad; este era el Jardín de las Hespérides.
El árbol había sido un regalo de bodas de parte de Gea, la Tierra, para Hera, quien los plantó y encargó las hespérides, tres ninfas de Occidente (Hesperetusta, Egle y Eritia), hijas del titán Atlas, que cuidaran de todo el jardín. Pero el Jardín de las Hespérides se volvió algo muy preciado por Hera, tanto que no confiabas en las ninfas para protegerlo bien, quienes además desperdiciaban las manzanas, por lo que envió otra custodia: Ladón, un dragón de cien cabezas que enroscaba su cola en el tronco y que jamás dormía.
Cuando Heracles fue castigado por Hera y obligado a realizar los diez trabajos (que terminaron por ser doce) que le encomendara Euristeo, el trabajo número once fue robar las manzanas del Jardín de las Hespérides. Luego de una serie de travesías, Heracles se encontró con Atlas, el titán condenado a cargar el peso de los cielos, quien dijo saber dónde encontrar el jardín y que él mismo le traería las manzanas a cambio de sostener los cielos mientras tanto.
Atlas logró matar a Ladón, el dragón guardián, pero siguió viviendo en sus hijos, los árboles llamados dragos. Según el mito, la sangre que brotaba de las heridas de Ladón cayó sobre el jardín y cada gota dio vida a un dragón. Estos árboles-dragón tienen un grueso tronco del cual surge de pronto un racimo de ramas retorcidas que recuerdan las cien cabezas de Ladón.
Al regresar con los preciados frutos y no querer volver a su condena de cargar la cúpula celeste sobre sus hombros, Atlas dijo que él mismo llevaría las manzanas a Euristeo, pero Heracles le engañó pidiéndole que sujetase el cielo un momento para que pudiera colocarse su capa sobre los hombros, a lo que éste accedió. Entonces Heracles tomó las manzanas y se marchó.

Heracles fue el único que logró robar las manzanas doradas, aunque no haya sido él mismo quien las recogió. Tiempo después la diosa Atenea las devolvió al Jardín de las Hespérides




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Hércules matando al dragón del jardín de las Hespérides. Juan Bautista Martínez del Mazo. Copias de Rubens por Mazo. Lienzo. 65 x 155 cm. Museo del Prado.

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